viernes, 15 de febrero de 2013

Batalla por el puente.

Las dos líneas de batalla. Los objetivos son los dos únicos puentes que cruzan el Río de Plata. El vencedor de la batalla podrá hacerse con el control de éstos, lo que ayudará a llevar la iniciativa durante la campaña bélica en esta zona del mapa.


El despliegue Alto Elfo, con infantería de élite dispuesta para lanzarse sobre los puentes desde el primer momento.


El despliegue No Muerto, con dos bloques de zombis para taponar los puentes apoyados cada uno por un nigromante y un regimiento "decente" (necrófagos en uno y tumularios en otro) para infligir daño a los Elfos. Mientras, la caballería, gracias a las monturas etéreas, podrían cruzar el río sin problema y empezar a hacer daño por el medio, para encargarse de los arqueros y los dos lanzavirotes.



Empiezan las cargas. Tras una primera fase de magia nefasta para los Asur, en que una disfunción mágica deja a su único hechicero sin nivel de magia, el General elfo carga presa de la rabia, río a través, para volatilizar a los espectros condenadores. Los Leones Blancos empiezan a hacer trizas a los zombis, preparándose para recibir la embestida de los necrófagos, pero éstos se quedan cortos y los elfos respiran aliviados.


Ithil'aran, dirigiendo el regimiento de tumularios, mira de reojo al general Alto
Elfo...
En el puente norte, un bloque de lanceros Altos Elfos se prepara para impedir el paso a sus primos No Muertos: elfos convertidos en zombis, y Guardias del Fénix ahora transformados en Tumularios.

La batalla en esta sección del campo de batalla se vuelve un baño de sangre cuando los Maestros de la espada cargan contra los zombis, mientras los lanceros cargan contra los Tumularios. Los zombis caen a docenas, pero los lanceros no son capaces de lidiar con la ex-Guardia del Fénix y salen huyendo. Por desgracia son alcanzados...

... y decide ir a por él para cumplir la voluntad de su señor Nigromante. Aquí
empezaría una persecución que duraría casi toda la batalla.
Los Tumularios restantes son asaltados por el hechicero y la Guardia del Mar que se mantenían en reserva en la otra orilla. No consiguen acabar con ellos suficientemente pronto, de modo que los Espectros Condenadores asisten a los Tumularios por la retaguardia y los aniquilan.


Después de esto, los espectros etéreos se dirigen hacia los arqueros. Tras la carga y algunas bajas, los elfos son presa del pánico y huyen, pero son alcanzados. El nuevo objetivo de los espectros pasa a ser la maquinaria de guerra Asur.


De vuelta al puente norte, las lineas de batalla se han invertido. Los Maestros de la Espada, tras pasar por la espada al Carro de Cadáveres y a su Nigromante, se preparan para hacer frente a los Tumularios que quedan y reclamar como suyo ese puente.


Los Tumularios, por su parte, se preparan para volver a morir, esta vez a manos de cuatro elfos... esperando ganar tiempo para que llegue la caballería. 


Finalmente, los antiguos Príncipes Dragón de Caledor cargan cabalgando como una riada hacía los Mestros de la Espada, que se llevan por delante a cinco de los caballeros y tienen que ser las monturas las que pisotean hasta la muerte a los 4 elfos.


Y terminando la batalla, en el puente sur el Príncipe Alto Elfo empieza un combate con Ithil'aran. El duelo comienza ligeramente decantado a favor del engendro No Muerto, causando varias heridas  al héroe Asur, pero a medida que sigue el combate el general enemigo se va haciendo con el control de éste. Finalmente, cuando parecía que el Príncipe estaba a punto de sucumbir a las heridas, la armadura del Alto Elfo le da un último aliento de vida el tiempo suficiente para dar tres estocadas mortales a Ithil'aran y acabar con él al momento.

Pese a que la batalla termina en victoria de los No Muertos, el General Alto Elfo consigue salir con vida y luchar otro día para reclamar los puentes sobre el Río de Plata...





       Habían pasado muchas horas des de el inicio de la batalla. Ahora el sol ya rozaba las copas de los árboles que había detrás de Dhi'esh. El maestro nigromante iba mirando aquí y allá el campo de batalla. Gran parte de la hierba estaba tapada por cuerpos, la mayoría Elfos, aunque casi todos ya habían muerto hacía largo tiempo, a mucha distancia de ese lugar.

        El Río de Plata estaba ligeramente desbordado en el puente sur. Muchos cuerpos se estaban acumulando debajo del puente y no dejaba fluir el agua cómodamente. El Nigromante hizo una mueca. - Cuando los cuerpos se hinchan por el agua, luego no valen para mucho... - pensó para sí mismo. Luego miró hacia los cadáveres en la hierba. La mayoría estaban hechos girones, muñecos de trapo de carne y piel. - Costará bastante esfuerzo y tiempo volver a levantarlos. Y ese estúpido Alto Elfo no desiste en defender el puente...
        
        Miró con desgana delante suyo. A unos quince metros se alzaba un montículo de necrófagos, todos inmóviles amontonados unos encima de otros, salvo media docena que seguían intentando inútilmente tirar de la montura a un elfo sobre un caballo. Ese elfo cansado, herido y ensangrentado era el líder del ejército Asur que pretendía reclamar los dos puentes del Río de Plata.
        
        El Nigromante dirigió su mirada a la derecha del héroe, hacia el suelo. Al cabo de unos segundos localizó un cuerpo inerte ataviado con una antigua armadura Élfica cubierta por una capa de sombras. Era lo que quedaba de Ithil'aran, un noble Alto Elfo que murió doce siglos antes incluso de que el elfo que seguía defendiendo el puente empuñara una espada por primera vez. Una semana antes, el Nigromante había encontrado su túmulo no lejos de ahí. Lo había reanimado y sometido a su voluntad, con el propósito de servirle de guardia personal e instrumento de precisión en el caso de que apareciera algún contratiempo en forma de guerrero mortal.
                
        Un tenue y ronco resoplido se escapó de la boca de Dhi'esh. -¿Donde está la cabeza...?- Tras un largo combate, el héroe Asur había conseguido cortar el cuello al elfo reanimado, aunque se había llevado dos feas estocadas. -Lástima -pensó para él- ya estaba escupiendo sangre cuando ha acabado con él.
                
        Dhi'esh miró a lo largo de todo el campo de batalla. El puente norte estaba asegurado, aunque eso le había costado la mitad de su ejército. En la extensión de terreno que separaba ambos puentes yacía todo muerto. Solo se veía a la lejanía, flotando sobre el río, tres siluetas en armaduras élficas montadas sobre caballos fantasmales. Más al este, cinco figuras brumosas, resplandecientes con una luz verdosa y sobrenatural, parecían dirigirse hacia él. Cuando se acercaron distinguió cinco jinetes, incorpóreos, con largos ropajes y guadañas. El  Nigromante no vio ningún ser vivo, salvo el jinete en armadura que se empeñaba en seguir luchando en el puente.
                
        El sol ya estaba ahora apresado por los árboles, perdiendo su brillo en el cielo, dejando paso a una oscuridad azulada alrededor de una luna que parecía asomarse detrás del héroe Asur. Éste se zafó de un necrófago como el hermano mayor sin ganas de jugar que aparte el brazo de su hermanito juguetón. El elfo miró a su alrededor. Luego al Nigromante, resignado. De una patada apartó a un necrófago, partiéndole la nariz. Susurrando una orden al caballo, éste dio media vuelta con un resoplido y arrancó al galope hacia el límite del bosque oriental. Dhi'esh se acercó al puente, fijando su mirada en un montón de cuerpos muertos y mutilados. Parecían ser leñadores Altos Elfos, ataviados con pelajes blancos de leones. A uno le profirió un puntapié en la cabeza. 
        -Vosotros, levantaos. Hay trabajo que hacer.

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